
Datos de la autora: Marion Berguenfeld es Licenciada en Letras, editora y actualmente periodista del diario La Nación. Ha recibido en España el I Premio Leonor de Córdoba 2002, en Uruguay el I Premio aBrace de Cuento Breve Latinoamericano 2001, el I Premio Cuentolopos 2000 de Literatura Infantil y fue distinguida en el 2007 por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Ha publicado tres poemarios: La Lobas, Bruta Piedad y Forense; una obra de teatro para niños, El plato de morcillas; dos folletines, Hermanos de Sangre y Pasión Gitana y un ensayo, Astroguía del sexo y el amor. Jefa de redacción de revistas femeninas y de autoayuda, también participó como crítica literaria en Lea, revista de libros y cultura y condujo junto a Ramón Fanelli el programa radial Tierra de Poesía.
Literatura Viva: Voy a comenzar esta entrevista contando un pequeño relato. Procris estaba casada con Céfalo pero vivían en mutua desconfianza. En cierta ocasión, Procris vigilaba a su marido, que había ido a cazar, con tanta mala suerte que, al disparar su lanza a un jabalí, Céfalo la mató. Ovidio refiere esta historia con el explícito consejo de no dejarse llevar por los celos. Dice en El arte de amar: "Seas quien seas, que la ofuscación no te lleve muy lejos, ni pierdas la cabeza al escuchar el nombre de un rival”. Aconseja no creer con ligereza lo que nos dictan los celos. Muchos pintores se han inspirado en esta historia, entre ellos, el florentino Piero di Cossimo, que Marion Berguenfeld eligió para la portada de su libro Forense. MB: Me atrapó mucho esa imagen. Forense es un libro que tiene mucho que ver con la muerte, las pasiones y también con lo fantasmal. Me parecía que el cuadro iba bien con estos temas. Yo me reconocía en alguien que se deja ir como Procris. El último poema del libro –Caronte - es esa entrega a la muerte de la mano de un hombre.
“Un fraseo de coloquio urbano predomina en Estrip, donde lo descarnado se atenúa con el manejo del elemento lírico, una ironía oxigenadora y los guiños del desenfado. El lenguaje resuelto, fluido, sin cortapisa -entre la murmuración de Idea Vilariño y las canciones de Bob Dylan- introduce en el eje temático del libro: ese amor-desamor, encuentro y pérdida que es abrigo pero también devastación. Lenguaje sostenido, entonces, junto a imágenes de excelente factura que restallan en un libro de hondo sentir en el que prevalece el registro de lo erótico, tan infrecuente en la literatura argentina”
Jorge Boccanera
EPÍLOGO Los antiguos latinos, al igual que los actuales teosóficos, creían que después de la muerte el alma humana se dividía en tres: el ánima que subía al cielo, el manes que descendía al Hades y la umbra o doble astral, que permanecía aferrándose a la tumba, a aquello que había pertenecido al difunto. La umbra es entonces el fantasma, algo así como un holograma de lo que fuimos, lo que sólo dejará este plano cuando se desintegre hasta la última partícula del cuerpo, de los objetos y de los seres que el muerto amó. Decía Ovidio sobre la trinidad del alma: Terra legit carnem tumulum circumvolet umbra, Orcus habet manes, spiritus astra petit1. Y si, en efecto, tuviera razón, cuando este planeta desaparezca, cuando caiga por el propio peso de su mal, nuestra umbra permanecerá por eones flotando en la inmensidad, tal vez colándose en las pesadillas de los que pueblen lejanas galaxias. O puede que nosotros seamos los sobrevivientes. Y que nuestra poesía sea umbra de esos hombres, de esas civilizaciones que con tenacidad, con espanto, se resisten a desaparecer. Marion Berguenfeld Buenos Aires, febrero 2022